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19 ABR 2018

DOS NUEVAS ESCULTURAS EN LOIOLA Y RIBERAS DE LOIOLA INCREMENTAN EL PATRIMONIO ARTÍSTICO DE LA CIUDAD

Las esculturas colocadas en Riberas de Loiola y barrio de Loiola

Las esculturas colocadas en Riberas de Loiola y barrio de Loiola

La concejalía de Vías Públicas ha colocado dos nuevas esculturas en los barrios de Loiola y Riberas de Loiola con el objetivo de embellecer y recordar oficios y situaciones vividas en la ciudad. El concejal de Vías Públicas, el socialista Miguel Angel Díez ha señalado que en este caso “había una petición de vecinos de Loiola para recordar a las mujeres que trabajaron duramente al comienzo del siglo XX. También otra petición para recordar a víctimas de la represión franquista”.

Una de ellas, llamada “Memoria de una Luz” es obra del artista madrileño José Miguel Utande y ha sido colocada en el Jardín de la Memoria. La escultura ha sido donada a la ciudad por la Asociación Cultural Altunaberri Kultur Elkartea que da soporte a la Logia masónica Altuna No. 52 de Donostia-San Sebastián.

Es una obra dedicada a la memoria de todos los represaliados por el Tribunal de Represión de la Masoneria y el Comunismo durante la dictadura franquista y está especialmente dedicada a los miembros de la Logia masónica Altuna nº 15 que existió en la ciudad desde 1932 a 1936.

La obra trata de recrear el triángulo equilátero sobre los que descansan los postulados de la masonería liberal, Libertad, Igualdad y Fraternidad, al tiempo que desde la visión cenital recrea el símbolo del infinito para hacernos partícipes de esa reflexión existencial que preside toda la acción simbólica de la Masonería.

La otra escultura es un homenaje a las lavanderas loiolatarras y es obra de Dora Salazar. Ha sido colocada en Latsarien Plaza, mirando hacia el río Urumea, donde durante las primeras décadas del siglo XX las lavanderas ejercían su trabajo, ocupándose del lavado de la ropa de la mayoría de hogares pudientes de la época así como de hoteles y veraneantes. En 1923 el Ayuntamiento, a petición de las lavanderas, procedió a la compra de unos terrenos para construir un lavadero público, ya que el río no tenía las mejores condiciones higiénicas por el vertido de las aguas fecales de los cuarteles y del barrio. En 1928 se inauguró el lavadero municipal con 36 pilas independientes. El edificio del lavadero es hoy la Casa de Cultura de Loiola.

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